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Minería en el Tiempo

La Minería de Chile a Través de la Historia


Lo invitamos a leer este documento de gran valor educativo y didáctico que reseña algunos de los momentos más importantes de nuestra minería chilena a través de los siglos.


Siglo XVI

La ensoñación de abundantes y fáciles riquezas motivó la conquista y colonización de Chile. "El afán de riquezas". Impulsó la expedición española a este rincón del mundo, más allá de todo peligro y sacrificio. De hecho, la explotación de lavaderos de oro fue la actividad más importante del el siglo XVI, llegando a decirse que el oro sustentó u afianzó la Conquista. Se calcula que entre 1542 y 1560 se sacaron alrededor de 2.000 kilos de oro como promedio anual. Rendimiento éste que no se debió tanto a la abundancia del oro mismo como al número de indígenas que fueron compulsivamente empleados en los lavaderos de oro.
Durante la Conquista, las principales ciudades que fundaron los españoles, tanto en el norte como en el sur del país -La Serena, Concepción, Valdivia, Imperial y Villarrica, se erigieron cerca de terrenos auríferos.
El auge minero, sin embargo, fue tan espectacular como efímero. Hacia fines del siglo XVI la actividad aurífera entró en decadencia, en razón del agotamiento de los lavaderos y la disminución de la mano de obra indígena.

Siglo XVII
Las reformas comerciales introducidas por la Corona española en el siglo XVIII, tuvieron profundas consecuencias económicas.
El intenso comercio con las colonias tuvo como objetivo favorecer a la industria española, principalmente a través de la obtención de materias primas, siendo las más importantes los metales preciosos. Tal política selló el destino minero de las colonias como Chile que, por condiciones naturales, contaban con ventajas para adaptarse a ella.
La minería adquirió un impulso espectacular mientras que la agricultura pasó a un lugar secundario y la artesanía se extinguió prácticamente.
En el siglo XVIII, la producción de oro se decuplica, la de plata aumenta más de 400 veces y la de cobre 20 veces.
A fines del siglo, el cobre representaba, en el comercio de exportación a Lima, una cantidad similar a la del trigo. La producción de cobre durante la Colonia se calcula entre 1.500 y 2.000 toneladas por año, utilizadas para fines decorativos, fabricación de utensilios, moneda, artillería y otros.
Por causa de un mercado inestable, alto precio de los fletes, una cadena de intermediarios que encarecían su precio, el país lograba exportar sólo unas 500 toneladas anuales de cobre. La situación cambiaría en el siglo XIX, al incorporarse el cobre al uso tecnológico derivado de la Revolución Industrial europea.
Dos importantes instituciones ligadas a la minería se formaron durante el siglo XVIII: la Real Casa de Moneda y el Real Tribunal de Minería. La primera, creada en 1750, obedeció al propósito de reponer anualmente el circulante que se fugaba por la intensificación de las importaciones; pero este mal no pudo ser remediado.
El Tribunal de Minería administraba justicia en esta área: hacía cumplir la legislación minera, desempeñaba algunas funciones administrativas y, en general, se preocupaba del fomento de esta actividad.
La creación del Tribunal puede ser entendida, en términos generales, como la preocupación de la Corona por proteger y fomentar las actividades mineras que le proporcionaban metales preciosos vitales para su economía.


Siglo XIX

En los años de la Emancipación (1810-1818), la minería fue una de las pocas actividades económicas que se mantuvo más o menos intocada por los acontecimientos bélicos, dada la lejanía de los yacimientos de los escenarios donde se desarrolló la lucha armada, y la política de las autoridades de evitar o atenuar el reclutamiento masivo de la población minera, que proporcionaba recursos indispensables en momentos críticos.
Asegurada la Independencia, la minería se vio animada por un mayor contacto comercial y humano con el exterior. Muchos extranjeros se radicaron en los centros mineros del norte, con lo que se facilitaron las vinculaciones con las empresas foráneas y se abrió la puerta para introducir mejoras tecnológicas y, posteriormente, para la afluencia de nuevos capitales.
La apertura al exterior descansó, casi enteramente, en el mejor aprovechamiento de los recursos naturales. Las actividades económicas que tuvieron mayor desarrollo fueron la minería y la agricultura. El trigo se convirtió en el artículo de exportación más importante, gracias a la ampliación del mercado tradicional del Perú y al surgimiento de otros nuevos, como California y Australia.
En la minería, lo más relevante fue el aumento de la producción de plata, el auge del cobre y el surgimiento de la producción de carbón. El período que va desde 1830 a 1880, es conocido como el ciclo de la plata, el cobre y el carbón de piedra.


La Plata


Aunque había yacimientos de plata en producción, fue el descubrimiento de Chañarcillo el factor decisivo en el explosivo crecimiento de este sector en el siglo pasado.
Nuevos descubrimientos y explotaciones, aumentaron espectacularmente la producción de plata. Esta subió de 7.000 10.000 kilos por años a comienzos de siglo, a una producción media anual de entre 100.000 y 150.000 kilos entre 1867 y 1900. El auge de este metal en el siglo XIX tendría su última expresión en el descubrimiento de Caracoles, en 1870. La producción nacional bajó a menos de la mitad entre 1890 y 1900. La mayor producción del siglo fue obtenida en 1887, con un total de 220.183 kilos.
El auge de la plata, y de la minería en general, se reflejó en otros aspectos, como el demográfico y urbanístico, siendo lo más sobresaliente de todo la construcción del ferrocarril entre Caldera y Copiapó, proyecto realizado por Guillermo Wheelwright en 1851.
El ferrocarril permitió reducir el tiempo y costo del transporte, que anteriormente se efectuaba a lomo de mulas, y generó un fuerte impulso a la minería y a las exportaciones.
La riqueza minera y el comercio exterior trajeron consigo el surgimiento de nuevas fortunas. La transferencia de capitales provenientes de la minería hacia el centro y sur del país, se reflejó en todo orden de actividades y especialmente en la agricultura. Muchas familias adquirieron haciendas, realizaron importantes obras de regadío e introdujeron nuevos cultivos y adelantos técnicos.


El Cobre


El apogeo cuprífero a partir de la década de 1850, estuvo fundamentado en la creciente demanda mundial, en la introducción de una moderna tecnología y en el surgimiento de la industria fundidora del mineral.
La economía inglesa, que hasta antes de 1825 se autoabastecía de cobre, comenzó a aumentar sus requerimientos al ritmo de la Revolución. En 1826, Chile exportaba a Inglaterra 60 toneladas de cobre; en 1831, más de 2.000 y, en 1835, 12.700.
Hacia mediados del siglo, la producción chilena de cobre adquirió importancia mundial. El creciente uso del metal aumentó el consumo internacional, de unas 15.000 TM por año a principios del siglo, a 25.000 TM en la década de 1820 y a un promedio de 44.000 TM por año en la década de 1840. En esta Época, Chile ya producía unas 10.000 TM por año y, más tarde, se convertiría en un exportador de primera importancia.
Durante los primeros veinte años del siglo, el cobre era exportado en forma de relaves y ejes hacia Swansea, Inglaterra, lo que implicaba castigos en el precio, porque se trataba de un producto de muy pobre elaboración. Un avance fundamental en el tratamiento del cobre fue el reemplazo de los antiguos hornos de manga por hornos de reverbero, aporte logrado gracias al químico alsaciano Carlos St. Lambert, quien había llegado en 1897 como gerente a la Compañía Minera Sudamericana.
El primer horno fue instalado en 1831 y su uso se difundió ampliamente a partir de 1841.
Otro espectacular aporte a la producción de cobre se debió al esfuerzo de José Tomás Urmeneta que, tras 20 años de excavaciones en 1852 descubrió la veta principal de la mina Tamaya, que alcanzó niveles considerables y fue altamente redituable en corto plazo.
Urmeneta más tarde se lanzó a la creación de la industria fundidora de cobre. Instaló las grandes fundiciones de Guayacán y Tongoy, unida esta última a Tamaya por un ferrocarril construido a sus expensas, y habilitó modernas instalaciones portuarias. Nuevos hornos de fundición se levantaron en Tongoy, Lirquén y Lota.
Todos estos hechos favorecieron el crecimiento y desarrollo de la producción nacional, que de un nivel de 10.000 TM por año llegó a 40.000 TM. Ni aún la baja de precios a comienzos de la década del 60 afectó a la industria. La demanda de cobre siguió creciendo debido a los descubrimientos en el campo electrónico y a los usos del cobre en el área de las comunicaciones.
La mayor producción chilena de cobre del siglo se registró en 1876, con 52.308 TM.
A partir de 1870 se inició un largo período depresivo de la economía internacional, que se reflejó en una baja general de los precios, afectando en forma directa al cobre chileno, que sufrió una caída vertical de la que no se recuperaría hasta comienzos del siglo actual. Esto coincidió con el agotamiento de los minerales más ricos de Chile y la explotación de grandes depósitos cupríferos en España y en EE.UU., donde comenzaba el empleo de técnicas más avanzadas.
La importancia relativa de Chile en la producción mundial de cobre disminuyó, en consecuencia. En 1879, significaba un 30% de la producción mundial; en 1890, un 9,7% y, en 1900, sólo un 5,5%. Otro factor del eclipsamiento de la producción de cobre, fue el desplazamiento del interés minero hacia un nuevo mineral: el salitre.


El Salitre


El salitre fue, sin duda, el principal producto minero del siglo XIX.
Las décadas del 30 y del 40 marcan el inicio de la conquista del mercado europeo, en Alemania e Inglaterra. La demanda del salitre se apoyaba entonces en su aplicación a la producción de explosivos.
Exitosos experimentos realizados en 1850, sobre el empleo de nitratos como abonos agrícolas, hicieron crecer el interés y la demanda del salitre. Su aplicación como fertilizante se intensificó, además, por el crecimiento de la población europea y de sus requerimientos alimenticios. Ello implicó necesariamente aumentar el rendimiento agrícola, a través de la aplicación de métodos científicos que mejoraran el proceso de nutrición vegetal.
En los inicios de la década del 70 ingresan nuevos capitales, se mejoran las técnicas de elaboración y de transporte con el surgimiento de líneas férreas.
El químico e ingeniero inglés Santiago Humberstone, por ejemplo, adaptó el sistema Shanks -inventando para fabricar carbonato de calcio- a la elaboración del mineral.
Pero sólo en 1879 el salitre adquiere su real importancia, desde la Guerra del Pacífico, cuando Chile empieza a explotar las salitreras de Tarapacá y Antofagasta, como lo demuestran las cifras de la Época: entre 1879 y 1900, la producción crece sostenidamente, desde unas 600.000 a 1.460.000 toneladas anuales, fruto del trabajo de 80 oficinas salitreras que ocupaban 25.000 personas en sus faenas.
El período 1830-1880 es conocido históricamente como el ciclo de la plata, el cobre u el carbón de piedra.
Carbón de Piedra
Aunque ya se conocía la existencia del carbón de piedra en la zona de Concepción, sólo a partir de 1840 comenzó su explotación sistemática. En 1841 Guillermo Wheelwright extrajo más de 4.000 tons. y, al año siguiente, veleros ingleses lo transportaban a El Callao. En 1843, Roberto Mc Kay abastecía de carbón a barcos de la Pacific Steam Navegation Company. La producción era aún pequeña y la calidad del carbón deficiente. En ocasiones, el anegamiento de algunas minas obligaba a abandonarlas. En 1844 ya trabajaban tres minas, una en Colcura y dos en Coronel.
En 1847, fueron realizadas las primeras experiencias de fundición de cobre con carbón de piedra por Jorge Rojas Miranda, administrador del establecimiento de fundición de cobre de Lirquén, propiedad de JoaquÍn Edwards. El carbón provenía de las minas de Cerro Verde. Los resultados de la experiencia fueron excelentes y, más tarde, Rojas Miranda se convertía en exportador con autorización del gobierno.
En 1852, Matías Cousiño compró la hacienda Colcura junto a su socio Tomás Bland Garland y organizaron el mismo año la Compañía de Lota.
A mediados del siglo se trabajaban otras minas de carbón como Playa Negra, por Ramón Rojas, y Puchoco, por Guillermo Délano y Agustín Edwards. En Lebu se instala José Tomás Urmeneta, y desde 1871 empieza a funcionar la Compañía de Maquehua, que explotaba carbones de Colico. También había trabajos en la mina Dichato, en Coelemu.
Las minas de Arauco proporcionaron gran cantidad de carbón que servía como combustible a la industria del país, así como a los barcos que navegaban por la costa del Pacífico. Hacia 1854 la exportación llegaba a 22.000 toneladas, volumen que casi se había duplicado al terminar el siglo.

El Desarrollo Chileno en el Siglo XIX
Chile, como colonia de la corona de España, recibió el influjo de la cultura hispánica, a través de sacerdotes católicos especialmente, quienes para extender la fe, establecieron escuelas y universidades, a partir de los comienzos del siglo XVIII.
Más tarde, las familias acaudaladas enviaron a sus hijos a completar su educación, tanto a la Península, como a Francia e Inglaterra, captando ellos, conceptos filosóficos distintos de libertad e institucionalidad que les permitieron, a comienzos del siglo XIX, hacerse cargo del gobierno de la Colonia con motivo de la invasión napoleónica en España, y, después, declarar la Independencia, en 1818, originándose una guerra de liberación que culminó con el triunfo de las armas chilenas en abril de 1818.
Apenas declarada la Independencia nacional, comenzaron a verse los frutos de nuestros visionarios padres de la patria, como que, en sus primeros años, establecieron la primera bandera nacional; declararon la abolición de la esclavitud, primer país del hemisferio y segundo después de Dinamarca en el mundo occidental; fundaron el primer periódico, Aurora de Chile; y establecieron la gratuidad de pasajes para todo maestro, artesano, científico, profesional, militar y marino, artista, etc. que quisiera ir a Chile para llevar sus conocimientos necesarios para el desarrollo y afianzamiento de nuestra naciente republica.
Los frutos de tan sabias medidas no tardaron en hacerse sentir en los diferentes ámbitos de la actividad nacional, concretándose la formación de la primera Escuadra Nacional, que al mando de Blanco primero, y del almirante inglés, Cochrane, después, afianzaron el dominio del mar para impedir la llegada de refuerzos españoles a reconquistar la colonia y llevaron a los ejércitos chilenos al Perú para terminar con el virreinato español; dando, así, independencia a Perú y Bolivia y reforzando, a su vez, la campaña libertadora que el general Bolívar emprendiera para liberar Venezuela, Colombia y Ecuador; empresas que, sumadas y unidas en Ayacucho, terminaron con el dominio español en el Pacífico Sur, a fines de 1824.
Desde 1818, fecha de la derrota española en Chile, hasta 1830, se suceden los gobiernos de los generales O'Higgins, Freire y Prieto, entre los cuales se producen revoluciones propias de una nacionalidad no consolidada aún. La lucha entre españoles y criollos, de aristócratas y liberales, entre unionistas y federales, crea un confuso período de anarquía política que termina con el presidente Prieto, quien con su ministro Portales, establece una segunda constitución que dio al país una estabilidad política que duraría largo tiempo. La Constitución de 1933 establecía un gobierno presidencial fuerte, independiente de los poderes legislativo y judicial, mediante el cual Chile pasó a ser una isla institucional en América Latina. En este período de estabilidad, se suceden cuatro gobiernos, de 10 años de duración cada uno, régimen que es cambiado en 1871 por períodos de cinco años.
Durante toda esta larga etapa histórica de la república, caracterizada por la estabilidad política, la reconstrucción económica y el reconocimiento del territorio nacional, resaltan varios hechos dignos de mencionar: se explotan importantes yacimientos de plata y cobre, como también de carbón y salitre natural, que darían gran riqueza al país; se construyen los primeros grandes canales de regadío, que permitirán la expansión de la agricultura; se construye el primer ferrocarril, uno de los tres primeros de Sudamérica; se instala el primer telégrafo del continente; se introduce la navegación a vapor; se funda el Diario El Mercurio de Valparaíso, vigente hasta la fecha, con 173 años ininterrumpidos de existencia, que lo convierten en el periódico más antiguo de habla hispana; y finalmente como otro hito importante, se manifiesta su soberanía en el Estrecho de Magallanes.
Gracias a la estabilidad política y al progreso económico experimentados por el país a mediados del siglo pasado, surge un amplio movimiento cultural en Chile, que permitirá organizar todo el sistema educativo nacional -desde la escuela primaria hasta la universidad- y fundar, asimismo, las primeras instituciones científicas y artísticas.
En el ámbito universitario, se crea la Universidad de Chile, siendo su primer rector don Andrés Bello, eminente jurista venezolano, contratado por el gobierno de Chile cuando se encontraba exiliado en Inglaterra, desempeñando hasta su muerte dicho cargo y contribuyendo a la redacción del Código Civil, como asimismo, de una Gramática de la lengua castellana y a colaborar como redactor en los periódicos de la época y a quien Chile honra, declarándolo ciudadano chileno.
Muchas fueron las eminencias extranjeras que llegaron a Chile a contribuir con su talento al desarrollo cultural, contándose entre ellos a varios argentinos que huían de su patria gobernada por el dictador Rozas. Pequeños grupos de inmigrantes europeos fueron determinantes en el desarrollo económico que, gracias al comercio marítimo, trascendió a otros países dando a conocer las posibilidades económicas que ofrecía nuestro país en el campo de la agricultura, de la minería y del comercio. La Marina Mercante recorría el Pacífico distribuyendo nuestros productos y nuestra moneda era cotizada en esos países ribereños.

El Salitre


La industria salitrera continuó a principios del presente siglo con el mismo empuje e importancia que tuvo a fines del siglo XIX, llegando a producir 2.500.000 toneladas de nitrato en 1910, cifra que se mantiene hasta comienzos de la Primera Guerra Mundial.
No es exagerado afirmar que la economía chilena del período 1900-1930 giraba en torno al salitre, exportando en grandes cantidades a Europa- Reino Unido, Alemania, Francia- y Estados Unidos, donde era usado principalmente como fertilizante.
Un nuevo avance se registró durante el presente siglo, con el denominado sistema Guggenheim, caracterizado por la electrificación y mecanización de la totalidad de las faenas, el empleo de menor mano de obra y la aptitud para procesar caliche de leyes de hasta un 7%.
Desde comienzos del siglo se había logrado producir amoníaco sintético por el proceso Haber-Bosh, en Alemania. Este fue usado en la fabricación de salitre sintético, producto que desplazaría en gran medida al salitre natural de Chile por su menor costo.
La crisis económica de 1930 provocó el cierre de un número importante de oficinas salitreras. Desde esa fecha, la competencia del salitre sintético deterioró notablemente la situación del salitre natural, que en el transcurso del siglo fue cediendo gradualmente su lugar al cobre como principal producto de la minería nacional.
Cabe advertir que hacia 1900, la propiedad de las salitreras (oficinas) estaba mayoritariamente en manos extranjeras, en particular británicas. El Estado chileno obtenía su participación a través de los derechos aduaneros de exportación que cobraba en los puertos de embarque. En 1900 estos impuestos cubrían el 56,29% de las entradas fiscales. En las dos siguientes décadas, la tradicional ligazón económica de Chile con Gran Bretaña y Alemania comenzó a debilitarse, no sólo en lo relativo al comercio internacional sino también en las inversiones y préstamos. Y es así, que de una dependencia británica se pasó a una dependencia norteamericana: empresas estadounidenses adquirieron intereses industriales en Chile, en áreas de la energía, transporte urbano y, especialmente, de la minería del cobre.


El Cobre


En 1902, W. Braden adquirió el mineral de El Teniente, que llegó a transformarse en una gran empresa en 1912. Cuatro años más tarde, el grupo Guggenheim se hizo cargo de Chuquicamata. En 1900 las inversiones norteamericanas alcanzaban en valores nominales- a cinco millones de dólares y en 1920 llegaban a 200 millones, de los cuales 150 correspondían al cobre.
Por otra parte, es preciso destacar que hasta 1920 el capital extranjero siguió dominando la industria del salitre tanto en lo que se refiere a su producción como a su comercialización y transporte. Pero no sólo en el salitre y el cobre dominaba el capital foráneo. En 1915 un tercio de los establecimientos manufactureros, según estadísticas oficiales, declararon que su capital era extranjero.
El colapso del año 30 baja la demanda y el precio del cobre, llevando la producción a sólo 103.000 ton. el año 1932. La situación anterior se superaría con el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial, durante la cual la producción chilena sube hasta 498.000 ton. el año 1944. Debe anotarse que la contribución del cobre chileno fue del 18% del total consumido en el conflicto bélico. Por estos años, ya Chile es el segundo productor de cobre del mundo.
En los años siguientes, el Estado chileno pone en práctica nuevas políticas en cuanto a la actividad minera especialmente en la gran minería del cobre, para favorecer el interés nacional. Así es como, en 1955, se formula la llamada Política del Nuevo Trato, que busca aumentar las inversiones de las empresas de la Gran Minería, a partir de menores impuestos y del aumento de la producción, la cual sube de 355.400 ton. al año, en 1954, a 488.400, en 1956.
Mas tarde, en el año 1964, bajo el gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva, se perfecciona dicha política con la llamada "Chilenización", en que Chile se asocia mayoritariamente al capital norteamericano, toma en sus manos la comercialización del cobre y se realizan importantes inversiones para expandir la producción. Posteriormente, en 1971, bajo el gobierno del Presidente Salvador Allende y mediante una reforma constitucional aprobada unánimemente en el Parlamento, se completa el proceso de nacionalización total de las empresas de la Gran Minería.
Simultáneamente la Pequeña y la Mediana Minería evolucionaron favorablemente al crearse, en el año 1927, la Caja de Crédito Minero, cuyo objetivo principal fue el de fomentar la Pequeña y Mediana Minería del oro y del cobre, por medio de la instalación de agencias compradoras de mineral y la construcción de plantas de beneficio, tanto de flotación como de lixiviación. Posteriormente, esta organización pasó a denominarse Empresa Nacional de Minería, la cual además de ser compradora de minerales, cuenta con plantas de concentración, dos fundiciones y una refinería electrolítica.
Otra institución clave para el desarrollo de la minería y, más que eso, para el estímulo de la actividad productora nacional, ha sido la Corporación de Fomento de la Producción, CORFO, creada en 1939, en respuesta inmediata a la emergencia de un terremoto acaecido ese año, y como expresión, sobre todo, de un modelo de desarrollo que pretendía consolidar al Estado como promotor y gestor de un proceso de industrialización, con dos objetivos: la "sustitución de importaciones", a través de un desarrollo técnico-económico estable; y la generación de un proceso de mejoramiento de los niveles de vida y de reducción de los altos índices de cesantía, generados por la crisis del año 30.
El gobierno de la época, llamado del Frente Popular, estaba convencido que los recursos naturales del país eran más que suficientes para acrecentar la capacidad industrial y al mismo tiempo sostenía que esto no sería posible sin elaborar un plan general de fomento de la producción, que pudiera hacer frente, además a problemas como los de la balanza de pagos, la escasa capitalización nacional, el insuficiente crecimiento de la producción agrícola, la pequeñez del mercado interno, la escasa formación técnico profesional, entre otros. Emprender esta tarea requería de una solución global, que sólo podía encarar el Estado y no la iniciativa privada, cuya capacidad de capitalización había sido hasta entonces insuficiente.
En ocasiones, el Estado asumió directamente un papel empresarial, realizando obras de gran envergadura, como ser: la Empresa Nacional de Electricidad S.A., ENDESA (1944), a la que correspondió la construcción y explotación de diversas plantas eléctricas; la Empresa Nacional del Petróleo, ENAP (1950); la Compañía de Acero del Pacífico, CAP (1946); la Industria Azucarera Nacional S.A., IANSA (1952).
Hoy todas esas empresas han sido privatizadas, con la sola excepción de ENAP.


Otros Minerales


Volviendo a la historia de la minería en el presente siglo, más allá del salitre y del metal rojo, cabe también referirse a otros productos, como el molibdeno, el hierro, el carbón y el petróleo.
El molibdeno se comenzó a recuperar en el país a partir de 1939, en El Teniente. Y, en 1950, su producción llegó a 1.000 ton. por año. Posteriormente, en 1960, se instalan plantas de recuperación en El Salvador y Chuquicamata, con lo que la producción subió a 4.600 ton. por año en 1966. Más recientemente, en 1975 y 1977, se instalan nuevas plantas de recuperación en Chuquicamata y Andina, y la producción nacional de molibdeno supera a las 10.000 ton. por año, colocando al país como tercer productor mundial.
La minería del hierro, muy poco desarrollada en el siglo anterior, alcanzó una mediana importancia al ponerse en trabajo el mineral de El Tofo, en la provincia de Coquimbo. Su producción anual era de 2.000.000 ton. de mineral de hierro con ley mayor de 60%. Con posterioridad y el año 1950 comenzó a operar la industria siderúrgica Compañía de Acero del Pacífico, CAP, que adquirió el mineral de El Algarrobo y luego el de El Tofo. A partir del año 1950 se intensifica la exportación de mineral de hierro, alcanzándose exportaciones que llegaron a 12 millones de toneladas de mineral por año. Más tarde, las exigencias de calidad impuestas por los compradores han hecho disminuir la exportación de mineral bruto y exportar una materia prima más enriquecida como es el pellet. La planta pelletizadora de Huasco tiene una capacidad de producción de 3.500.000 toneladas de pellets anuales.
En cuanto al carbón, podemos señalar que: a principios de siglo, aumenta su producción de 700.000 a 1.000.000 de toneladas por año, siendo usado principalmente en las salitreras, ferrocarriles, barcos minas y metalurgia.
La producción de carbón de los años 50 era de 2.000.000 toneladas por año, sin embargo, el costo de producción aumentó debido al alejamiento en los frentes de mineral, especialmente en Lota y Schwager, al alza de jornales y a las inversiones necesarias para mecanizar las faenas; todo lo cual, unido a la menor demanda ocurrida con la electrificación de los ferrocarriles y al uso de petróleo como energético, han hecho descender el consumo de carbón bajo 1.000.000 toneladas por año.
En lo que se refiere al petróleo, a comienzos de este siglo se realizaron varias exploraciones en busca de mejor oro. A partir del año 1929 el Gobierno, a través de la Superintendencia de Salitre y Minas, realizó investigaciones importantes en Magallanes. En 1938 se dictó una ley que dejaba la exploración y explotación del petróleo en manos del Estado. El primer resultado exitoso se obtuvo el año 1945 con la salida del primer chorro en el campo de Springhill. Cinco años más tarde, se creó la Empresa Nacional del Petróleo, que llegó a producir durante un tiempo 2 millones de m3, con un máximo de 2.177.000 m3, encontrándose actualmente en franca declinación, lo que ha motivado exploraciones en otros lugares del país, especialmente en la zona norte, sin resultados positivos hasta ahora.
Fuente: Gobierno de Chile, Ministerio de Minería

 

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